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Cataluña: es la ideología, estúpido

Un posible gobierno catalán, liderado por Carles Puigdemont, huido a Bruselas, es consecuencia de la supervivencia de la ideología y las matemáticas.
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Joaquín Roy pra Clarín | 

06.01.2018 10:30 |  El resultado de las elecciones catalanas, decretadas por el gobierno español, quedará en los anales del constitucionalismo español. Un posible gobierno catalán, liderado por Carles Puigdemont, huido a Bruselas, es consecuencia de la supervivencia de la ideología y las matemáticas.
 
La contundencia de las acciones del gobierno español (intervención de la autonomía por aplicación el artículo 155) y los tribunales (encarcelamiento de consellers y dirigentes de asociaciones cívicas), no ha rebajado los anhelos independentistas.
 
La novel formación “Junts per Catalunya” (JxCat), jibarización de la coalición “Junts pel Si”, ariete de ataque de la alianza de los restos de Convergencia Democrática, el invento de Jordi Pujol, ha superado a su socio, la histórica Esquerra Repúblicana. Con sus votos combinados (66) y el apoyo de la anticapitalista CUP, JxCat supera la mínima de 68 escaños para formar gobierno.
 
El éxito más espectacular es el impresionante ascenso de Ciutadans, liderado por Inés Arrimadas, andaluza de nacimiento. De ubicación centrista, es encuadrable en los formatos liberales de Europa. Ciutadans puede haber sido acusada de actuar como una rama del conservadurismo del Partido Popular, pero se ha convertido paradójicamente en enemigo frontal de Mariano Rajoy. Arrimadas ha captado votos que expresan su oposición al independentismo y también su incomodidad con el PP.
 
Los votantes de Puigdemont, al igual que los fieles a Esquerra, lo han hecho por lealtad ideológica, y no se han amilanado por los argumentos del gobierno español acerca del deterioro de la economía catalana. Los seguidores de Arrimadas han sido impelidos por desconfianza hacia el PP.
 
En ese contexto se entiende el techo del potencial de Esquerra Republicana, a pesar de sus reclamos de capturar un espacio socialdemócrata, con tan buenas intenciones como la hercúlea tarea de los socialistas catalanes, bajo la dirección de Miquel Iceta. Su reclamo para ser el presidente del consenso de los sectores “constitucionalistas” se vino abajo por la fuerza no de la ideología, sino de las matemáticas. Los independentistas tienen la mayoría, sin necesidad de mendigar votos.
 
Los “comunes”, una macedonia de excomunistas y neopopulistas, puede considerarse perdedora doble, por no poder ejercer su fuerza en coaliciones. Por su parte, la CUP ha visto rebajada su tropa a la mitad, pero conserva la baza del apoyo necesario para la “restauración” de Puigdemont. Curiosamente, los anticapitalistas deberán refugiarse bajo el “grupo mixto” con el supercapitalista Partit Popular catalán, que se quedará con apenas tres diputados (de 11 en la anterior legislatura).
 
Rajoy liderará a nivel estatal el partido con mayor número de escaños en el Congreso español y estará a la cola en el catalán. Se deberá a la actuación errática de varios miembros del gabinete de Rajoy, y los silencios del presidente, escudándose en la letra fría de la Constitución. Los sectores independentistas se felicitaban cada vez que la vicepresidenta del gobierno Soraya Santamaría justificaba las acciones de su superior. Gran parte del nuevo voto independentista proviene de la decisión de catalanistas moderados en convertirse en pragmáticos inversionistas de la utópica república.
 
Los sectores que se han opuesto a la reforma del reglamento de votación debieran reflexionar, ya que una parte importante del tozudo voto independentista proviene de la Cataluña “profunda” del interior y las ciudades medianas. El voto en las grandes ciudades (más de base inmigrante) es más caro que en el interior (de hondas raíces quasi-étnicas).
 
De ahí que la combinación de los argumentos ideológicos y el rechazo de las advertencias de argumentos económicos (huida de empresas del territorio catalán, descenso del turismo) hayan dado este resultado. “Es la ideología, estúpido”, ¿se diría en el contexto de Clinton? También es la matemática... y la geografía.
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