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Greenwashing: los riesgos detrás del cambio climático

La práctica de difundir falsos beneficios ambientales de un producto para mejorar la imagen pública de la empresa puede dañar la reputación de las empresas.
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Por Diego Hoter para Infobae | 

Imagen Ilustrativa - Foto: Google

Greenwashing: los riesgos detrás del cambio climático
19.12.2022 10:26 | Robert Malthus, economista británico del siglo XVIII en 1798, en su obra “ensayo sobre el principio de la población” expuso que el ritmo de crecimiento de la población era muy superior al de la producción de alimentos. Esto en su pensamiento lineal resultaría inevitablemente en la escasez de comida suficiente para todos sus habitantes y traería hambrunas, catástrofes naturales, guerras, pestes y un significativo riesgo de vida a escala global para el ser humano.

La razón de por qué la tesis de Malthus no se ha cumplido es la capacidad del ser humano en innovar para que la producción de alimentos creciese de modo exponencial con la llegada de la revolución industrial y el desarrollo tecnológico en particular en la producción agrícola-ganadera global.

Esta breve reseña nos enseña que el mayor riesgo ante una problemática de escala global donde nuestra especie, entre otras, corriese un peligro mayúsculo es el de no hacer nada o poco al respecto.

Hoy el mundo produce alimentos para la totalidad de la población, con importantes desafíos en su distribución, pero con otro desafío mayúsculo de escala planetaria que implica un riesgo de vida significativo para todas las especies del planeta llamado cambio climático como consecuencia de aquellas innovaciones y progresos que llevaron al ser humano a no morirse de hambre en la tesis de Malthus original. Evidentemente el destino no carece de un sentido de ironía.

Ahora, como antes, el ser humano debe innovar y rápido para contribuir a ser el factor determinante en la viabilidad de la vida en la tierra dado que no hay un planeta B. Pero hoy hay un mayor riesgo al “no hacer nada o hacer poco” al respecto y es el riesgo de hacer un acto ilusorio, una simulación que no resuelve el problema, sino que lo agrava mientras creemos que somos instrumentales en su solución.

El riesgo denominado en ingles greenwashing (“lavado verde” por su traducción al español) puede definirse como la práctica de hacer afirmaciones falsas o engañosas sobre los beneficios ambientales de un producto, servicio o empresa para obtener una ventaja competitiva o mejorar la imagen pública de la empresa. El lavado verde puede ser un riesgo importante para las empresas, ya que puede dañar su reputación y provocar la pérdida de clientes y posibles acciones legales.

También puede ser un riesgo para los consumidores, ya que puede llevarlos a tomar decisiones de compra basadas en información falsa o engañosa. Para evitar el lavado verde, es importante que las empresas sean transparentes y honestas sobre sus prácticas ambientales. Quizás más relevante es expresar como “lavado verde” todas las actividades que por omisión y/o defecto no logran traducirse en sustentables y/o regenerativas aun impulsadas por la inversión y buena intención de las empresas que están buscando en buena hora revertir los efectos del desafío climático.

A su vez, el lavado verde es especialmente dañino en la industria agrícola por tratarse de una producción diversificada geográficamente, colectiva y atomizada y que requiere de una gran coordinación a efectos de hacer reales los esfuerzos de una producción agrícola sustentable y ambientalmente positiva. Vale señalar que la actividad agrícola-ganadera representa actualmente un 25% de las emisiones globales de gases invernaderos que recalientan el planeta y contribuyen a acelerar el cambio climático.

La buena noticia es que las empresas que constituyen la cadena de valor agrícola en todo el mundo, desde procesadores de materias primas, compañías de consumo masivo, de producción y venta de insumos, servicios, instituciones financieras, etc. están priorizando con seriedad la sustentabilidad agrícola en sus agendas. Todo indicaría que en los próximos 5 a 10 años todo cultivo o bosque en la faz de la tierra será trazable por al menos un atributo climático rastreable, medible detrás de su historia de cultivo o historia forestal a escala planetaria. Al final del día para manejar hay que medir, son imposible los cambios sin medición, dirección y ejecutabilidad. Máxime tratándose de un desafío de tal magnitud para nuestro planeta y sociedad en su conjunto.

A medida que la sustentabilidad se generalice a través de las superficies de cultivo y las áreas forestales a nivel mundial para obtener métricas climáticas responsables, como la huella de carbono, el impacto ambiental de insumos agrícolas, la protección de biodiversidad humedales a campo, la huella hídrica de los cultivos, el balance económico de la producción agrícola sustentable, entre otros, las empresas (primero) recompensarán a los agricultores por transicionar rápidamente a un modelo de agricultura sostenible dentro de sus cadenas de valor. Esto, a un costo eficiente para no sobrevalorar los productos de los consumidores en el otro extremo a la par que los consumidores se vuelven más educados y se preocupan por esto y (segundo) los marcos regulatorios y estándares para la entrada al mercado de productos agrícolas verificados sustentables, el financiamiento agrícola climático y las normas para el secuestro de carbono se volverán más rígidos y precisos en su expectativa.

Este enfoque de zanahoria y palo, una vez que esté completamente organizado, dentro de los próximos años, traducirá la curva de precios de los productos básicos, fibra y madera un poco hacia arriba con el tiempo, pero no mucho, a fin de dar espacio a los incentivos de verificación que mitigan y eliminan los riesgos del greenwashing. A tal efecto, será necesaria la aplicación de nuevas tecnologías y la digitalización efectiva de la agricultura para que dichos incentivos se mantengan eficientes y permitan que la sustentabilidad agrícola real, verificada, escale sin interrumpir el normal desempeño de los mercados de consumo.

Los altos precios de los alimentos, la madera y la fibra no son escalables en oportunidades planetarias (los mercados de productos orgánicos, por ejemplo, ya lo demostraron hace mucho tiempo) y el mercado debe funcionar para miles de millones de personas mientras crea los incentivos asequibles para que las cadenas de valor tengan control. Sobre cómo la producción agrícola contribuye al enfriamiento global siendo parte de la solución por la porción que le toca frente al enorme desafío ambiental.

Sin embargo, esto implicará un paradigma de producción y paisaje totalmente diferente (más temprano que tarde) para que los agricultores produzcan y las empresas interactúen con ellos para lograrlo. Ya no en silos de producción aislada, como fueron los últimos 11.000 años desde que el trigo fue producido en extensión, sino ahora en la co-creación fluida de cultivos climáticamente verificados, liderados por toda la cadena agrícola y con especial protagonismo del productor a campo.
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