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El fascismo en China

La utilización de este término pareciera tener un uso restringido para descalificar a gobiernos surgidos de procesos democráticos con una agenda de derecha.
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Por Felipe Frydman para Infobae | 

Imagen Ilustrativa - Foto: Google

El fascismo en China
01.11.2022 09:32 | Habría que replantear el término fascismo. Giorgia Meloni, designada Primer Ministro de Italia después del triunfo de su partido en las elecciones legislativas de setiembre, fue calificada rápidamente por la prensa como derecha, postfascista fascista. En cambio, la designación de Xi Jinping por un nuevo término como Secretario General del PC, asegurándose su reelección como Presidente de China, no recibió el mismo trato ni tampoco despertó la misma preocupación. La utilización del término fascista pareciera tener un uso restringido para descalificar a gobiernos surgidos de procesos democráticos con una agenda de derecha, pero no otros con los cuales existen ciertas coincidencias a pesar de orígenes espurios. Los hechos indican que el régimen en China tiene grandes similitudes con el sistema impuesto por Benito Mussolini en la Italia del período 1922/45.

La crisis económica después de la Primera Guerra Mundial y la creciente violencia desplegada por las Camisas Negras amenazando con una guerra civil, facilitó el ascenso del Partido Nacional Socialista. El Rey Victorio Manuel III le encargó a Benito Mussolini formar gobierno el 29 de octubre de 1922. En su discurso del 3 de enero de 1925 anunció la decisión de asumir todo el poder, imponiendo la censura de prensa, la disolución de los partidos políticos y la persecución de los opositores.

El 27 de mayo de 1927, Mussolini pronunció el famoso “Discurso de la Ascensión”, donde describió la organización del Estado Corporativo, la reivindicación del Estado, la abolición del sufragio universal y el reemplazo de la legislatura por una Cámara donde los representes serían elegidos a través de las organizaciones corporativas. El discurso contiene un párrafo dedicado a destacar el papel del partido con su millón de afiliados como base de sustentación real del régimen. La frase “ningún otro gobierno en el mundo tiene un apoyo tan profundo y amplio como el de Italia. Tenemos el consentimiento del pueblo”, resalta el rechazo al régimen democrático basado en el sufragio universal. El régimen también impuso un sistema legal donde cortes y fiscales eran indistintos y se estableció un Tribunal Especial para la Defensa del Estado para eliminar a los “subversivos”.

La transmisión de la reunión del Congreso del Partido Comunista mostró un auditorio cubierto de banderas y símbolos que por su sola solemnidad producía temor; la cabecera estaba ocupada por los miembros del Comité Permanente del Politburó encabezado por el Secretario General, Xi Jinping, y mostraba un alineamiento prolijo de los 2296 delegados que votaron en forma unánime todas las resoluciones. Solo la remoción forzosa de Hu Jintao, captada por las cámaras, provocó una alteración en la escenografía ejecutada con precisión para mostrar la coherencia y eficiencia del organismo político que determina los destinos de la Nación. En China, al igual que en la Italia de Mussolini, la organización vertical del partido con sus 95 millones de afiliados es presentada como una alternativa superior al sufragio universal. Las palabras de Xi Jinping, alabando la trayectoria del partido desde su creación en 1921, no difieren de las pronunciadas por Benito Mussolini para justificar el partido único, la prohibición de otros partidos y la ejecución de los disidentes.

Mussolini se ocupó también de exaltar el nacionalismo y la recuperación de los territorios del Imperio Romano. No existe mucha diferencia con las referencias de Xi Jinping de restablecer la gran civilización de 5000 años de historia y su influencia en el mundo con la expansión de la soberanía en el Mar de China, la reconversión de las islas en fortalezas y las amenazas de tomar Taiwán por la fuerza.

El vigésimo Congreso del PC confirmó el poder, la ideología y el control del partido por un hombre. Xi Jinping se encargó en los últimos años de suprimir a los contrarios, establecer un férreo dominio social y una prensa adicta, dedicada a ensalzar la sabiduría del gran líder, siempre dispuesto a sacrificarse por el pueblo para conducir al país por tiempo indeterminado. Ha llegado el momento de utilizar correctamente el término, y pocas dudas caben de que Xi Jinping se asemeja a Mussolini y eso tiene un nombre, se llama fascismo.
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