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La calidad del empleo en América Latina

El 70% de los puestos de trabajo en la región son informales. Qué papel juegan la educación, la pandemia y el cambio tecnológico
 
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Por Gabriel Sánchez Zinny para Infobae | 

Imagen Ilustrativa - Foto: Google

La calidad del empleo en América Latina
06.12.2021 08:44 |  Alrededor del 70 % de los puestos de trabajo en América Latina son informales. El dato, que arroja un reciente estudio de la Organización Internacional del Trabajo, es abrumador. Una realidad de millones de latinoamericanos que se ven inmersos en las dificultades que conlleva un empleo informal que, además de lo que significa para las economías de los países, son personas que no contarán con una jubilación cuando llegue el momento de retirarse, ni cuentan con licencias por maternidad o por enfermedad y están muy lejos de contar con algún tipo de cobertura de salud. Es decir, no pueden ejercer sus derechos laborales mas básicos.

Es crítico que pongamos el debate del empleo de calidad en la agenda de políticas publicas de América Latina, más aún luego de la tragedia del COVID-19, que ha contribuido al aumento de la pobreza y la informalidad en la región.

Como comento a lo largo de mi reciente libro, “Sin trabajo: el empleo en América Latina entre la pobreza, la educación, el cambio tecnológico y la pandemia”, este es un tema poco debatido, con poca evidencia al respecto y que en algunas discusiones parece no existir. Abundan las investigaciones y publicaciones sobre cómo la tecnología está impactando en las nuevas profesiones Y sobre cómo la pandemia está transformando sectores enteros, incorporando una modalidad de trabajo más híbrida, remota y flexible, que ya existía en la mayoría de los países desarrollados.

Pero existe muy poco debate sobre el trabajo hoy, la realidad de tantos latinoamericanos sin un empleo de calidad en los que la tecnología, lejos de traer una oportunidad, agrava su situación. Me pregunto por qué no hablamos de los millones de adultos que no logran finalizar el secundario o de que, en la mayoría de los países de la región, los que logran terminar el secundario son la mitad de los que asistieron a la primaria. Tampoco hablamos de los graduados universitarios, que representan una minoría en la región, y de que existen pocas iniciativas para expandir el acceso y la terminalidad superior.

Sin embargo, continuamos debatiendo sobre la falta de formación profesional, un tema que se repite con frecuencia entre los académicos y políticos durante encuentros y jornadas sobre el futuro del trabajo. Una propuesta que, generalmente, tiene poco alcance y vinculación con las demandas laborales.

Tenemos que comenzar a hablar sobre la informalidad que afecta a más de la mitad de los latinoamericanos y sobre que, tal vez, generar empleo de calidad sea la mejor manera de formar y reeducar a aquellos adultos que no han tenido la oportunidad de completar su educación formal, además de los beneficios en sí mismos de tener un trabajo.

Contar con la información necesaria es el primer paso para poder pensar y diseñar políticas públicas eficaces cuyos efectos puedan ser medidos rigurosamente. Luego, necesitamos números reales que reflejen cuántos ciudadanos han podido conseguir un empleo o mejorar su situación, cuántos han logrado ingresar al sector formal desde la informalidad y cuántos han conseguido un empleo luego de recibir entrenamiento. Dejar a un lado las referencias al impacto de las políticas públicas como un tema políticamente correcto, para dar paso a la medición concreta de los resultados de estas políticas e iniciativas.

En el libro comentamos y analizamos acerca del Estado de bienestar en la región y el creciente asistencialismo que existe en muchos países. Me parece clave que nos animemos a hablar de cuáles son las mejores políticas sociales y a cuestionarnos por qué, a pesar de esta expansión, la pobreza no parece disminuir ni tampoco crece el empleo formal. ¿No es el empleo la mejor política social para reducir la pobreza? América Latina necesita mejorar sus políticas sociales debido a que es una de las regiones más desiguales del mundo: la inequidad en los niveles de ingreso es trágicamente notoria, pero es aún más grave en los niveles de educación, acceso a la salud, seguridad y paz.

Tenemos que enfrentar esta desigualdad definiendo políticas públicas y trabajo público-privado para reducirla; es la única manera de que todos los latinoamericanos tengan igualdad de oportunidades. Para esto el empleo de calidad es prioridad.
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